lunes, 31 de agosto de 2009

A los pies del Amo en Barridos por la marea

Barridos por la marea (Guy Ritchie, 2002) es una de las películas más vapuleadas por la crítica en toda la Historia del cine, y, por eso, en este mundo donde reina el gafapastismo, para mi merece toda consideración. Lógicamente todo el menosprecio viene por Madonna, que la protagoniza (si tu marido es el director, lógico protagonizarla), pero aquí no nos metemos en crítica capciosa.

En la historia, Amber (Madonna) es una rica insoportable que va de crucero y hace la vida imposible al capitán del barco, Giuseppe (Adriano Giannini). Los dos naufragan y se quedan tirados en la típica isla desierta y allí, como es natural, surge el amor y etc.

Pero lo interesante -y genuinamente D/s- es el cambio de rol que se produce en la isla, cuando Amber se transforma en una mujer sumisa y enamorada del único macho que hay en cien kilómetros a la redonda: Él, hacia quien solo queda postrarse. La escena es incomparable, a mi me encanta.

jueves, 27 de agosto de 2009

Juego entre colegas en Historias del Kronen

En Historias del Kronen (Montxo Armendáriz, 1995) se adaptó la aclamada novela de José Ángel Mañas sobre adolescentes malotes y altamente pijos que pasan un verano descontrolado. Ya saben: sexo sin amor, drogas variadas y juegos suicidas muy requetemalos. La película fue vapuleada por la crítica por panfletaria aunque dió la oportunidad a un grupo de actores jóvenes entre los que destacó Juan Diego Botto.

No encuentro la escena de corte sumiso de la película, pero transcribo aquí el diálogo. Es del final y presenta a Carlos (Juan Diego Botto) liderando a su pandilla: es el cumpleaños de Fierro (Aitor Merino), el amigo diabético y más pusilánime. Deciden atarle y hacerle beber alcohol. Fierro se deja hacer, siempre ha sido el amigo más sumiso de la pandilla.

Dice Carlos: ¿Qué coño puede servirnos como cuerda? Ya está, el cordoncito de los visillos. Venga, muchachos. ¿Habéis encontrado el embudo? Pues ya tenemos todo lo que necesitamos. Vamos abajo. Ahí está Fierro. ¿Qué tal, Fierro? Oye, que es tu cumpleaños y hemos pensado que tienes que pasártelo bien. Vamos a hacer algo que te va a encantar. Sí, te vamos a atar. Eso es, ríe, ríe. Ja, ja, ja, ja, ja. ¿Véis cómo se ríe? Venga, sujetadle y traed una silla. Eso es, continúa riéndote, Fierro, que te vamos a atar. Así. Primero las manos, luego los pies y te atamos bien a la sillita para que no te puedas mover...

La escena que inserto es una de las más conocidas, con Aitor Merino y un joven Eduardo Noriega en plan gamberro.

jueves, 20 de agosto de 2009

Una escena de Casino

De nuevo con Martin Scorsese, aquí en la magistral Casino (1995), una tremenda película sobre la mafia de Las Vegas que cuenta el auge y caída de un mafiosillo de tres al cuarto lleno de ambiciones, "Ace" Rothstein (Robert De Niro). A su alrededor un brillante escenario -Las Vegas, ya saben- y personajes excesivos.

Entre ellos destacan Ginger (Sharon Stone), cocainómana y sufrida esposa del mafioso y Nicky (Joe Pesci), su mano derecha. En la escena, Ginger acude a Nicky para pedirle consuelo. Es que su vida es un verdadero asco -tantos millones, tanta coca, tanta soledad-. Nicky, que ya sabemos cómo las gasta -un auténtido psicópata, de los que Scorsese tanto mima-, escucha y consuela a la chica y parece que hasta podría asomar un viso de ternura.

La escena siempre me resultó muy turbadora. Del consuelo a los besos tiernos y de ahí, al gesto de la mano sobre la nuca... Ella, absolutamente dócil, parece que estaba pidiéndolo a gritos, no se.